La Inteligencia Artificial (IA) supone un cambio de época. Cada vez está más presente en las relaciones personales, la educación, la economía, el trabajo, el arte, la sanidad, el derecho, la guerra y las relaciones internacionales. Y por ello es importante considerar sus implicaciones antropológicas, éticas y teológicas y cuestionarse por los desafíos, amenazas y oportunidades para el progreso humano y el bien común. La IA también plantea cuestiones relacionadas con la visión cristiana del ser humano y del mundo.
La teología está llamada a intentar comprender los modelos de inteligencia, de racionalidad y de humanidad que implica la IA.