26 noviembre 2021
Campus Bilbao Campus San Sebastián
Es el pensamiento que resonaba en la cabeza de un mando intermedio que lideraba la unidad de innovación de una pyme que iba bien, que controlada su labor diaria, que se sentía valorado por sus jefes y compañeros, y que mejoraba tanto profesional como económicamente.
No, no hablo de un tipo cualquiera. Hablo de mí mismo. Del Aitor Arzuaga que, con 35 años, disfrutaba de una carrera profesional exigente pero encarrilada y que, por un motivo u otro, empezaba a percatarse de que parte de su felicidad provenía de su falta de perspectiva.
Desde que comenzó mi trayectoria, mi éxito profesional se había basado en logros sobrevenidos. Hasta entonces no era consciente de ello. Quizás porque todo iba bastante bien. Sin embargo, comenzaba a inquietarme.
¿Qué hago si llega alguna dificultad a mi empresa o sector y me quedo en la cuerda floja? ¿En caso de que hubiese una restructuración, tendría que dejarlo todo en manos de la suerte?
Si algo me enseñaron mis primeros años como profesional, fue que las cosas no pasan porque sí. Ocurren cuando alguien realmente hace un esfuerzo por influir en el resultado.
Por ello, comencé a pensar en la manera de instaurar esta consigna en mi vida. Me propuse coger las riendas de mi carrera profesional, escapar de las inercias y adquirir una actitud proactiva para encarar el futuro.
Mi jefe me animó a formarme, eligiendo la mejor opción que estuviera a nuestro alcance.
En esa búsqueda apareció la opción de un Executive MBA (EMBA) y aquella mejor opción fue Deusto Business School.
Lo que viene después, ya os lo podéis imaginar. O no.
Del vértigo inicial a una primera impresión inesperada
Los que me conocen saben cuánto me atraen y me motivan los retos, por lo que la decisión de hacer un EMBA fue rápida.
Me lo planteé, acepté el desafío, la empresa me apoyó y fui a por ello.
Desde el comienzo del máster sentí que sería una experiencia tan exigente como liberadora. Pasé de un contexto laboral donde prácticamente lo tenía todo bajo control, a convivir con un grupo de 20 personas de las que apenas tenía referencias.
El EMBA te ofrece un entorno seguro, en el que desactivas el estado de alerta, sales de tu zona de confort y empiezas a interactuar de una manera diferente a la que estás acostumbrado.
De repente, mis conversaciones eran mucho más puras, no estaban condicionadas por bagajes, jerarquías y demás historias. Podía decir la mayor tontería del mundo, porque no la va a oír mi jefe. ¡Tenía la licencia de decir las cosas que nunca dirías en un comité de dirección!
Este cambio me permitió afrontar las cuestiones desde una perspectiva totalmente diferente y, lo que es más importante, a dar con soluciones que ni siquiera hubiese imaginado.
Además, el EMBA me colocó frente a infinidad de temas y situaciones que hasta entonces desconocía. Me di cuenta de la importancia que tienen y me sirvió para aprender a valorarlas en su justa medida.
No se puede llegar a todo, ¡y no pasa nada!
No te voy a mentir, ¡todo el mundo se deja unas cuantas canas en el máster!
Quienes ostentamos cargos directivos estamos acostumbrados a la vorágine, a la presión, a tener mil temas en la cabeza…somos quienes llevamos la voz cantante y quienes tiramos del carro, cueste lo que cueste.
El EMBA me enseñó que en ocasiones no es viable llegar a todo, menos aún cuando tienes que hacer lo imposible por buscar huecos dentro de una agenda ya de por sí saturada.
Debes aceptar que el año y medio que dura la formación acarrea costes personales, financieros y de oportunidades.
Sin embargo, ten una cosa clara: Te compensará. Lo mejor empieza cuando se acaba el máster y tendrás muchos años de carrera por delante para disfrutarlo.
Capacitación profesional, una inversión segura para las empresas
Considero que cada vez más organizaciones son conscientes de los beneficios que aporta el dotarse de cierta sobrecapacidad en management. De hecho, he visto perder oportunidades importantes por no tener ese “ancho de banda” de personal directivo disponible al que dedicar esa oportunidad.
Gracias al EMBA, adquirirás unas cualidades, un bagaje y una experiencia que te permitirán promocionarte, ya sea dentro de tu empresa o en una nueva organización.
Y si no te lo propone tu empresa, hazlo tú mismo.
Cualquiera que haya realizado este programa tiene la capacidad para ir a hablar con el CEO de un cliente, para resolver un problema grave con un proveedor e incluso para negociar con éxito y de forma estructurada un contrato.
Prepárate para aprovechar tu momento y adquirir responsabilidades.
Relaciones humanas, el valor diferencial
A la gente le sorprende escuchar que varias personas que conocí en el EMBA acabaron trabajando conmigo. Curiosamente, para mí, es justamente lo contrario.
Compartirás el aula con gente de un perfil excelente, por lo que, si necesitas cubrir puestos directivos, el programa te sitúa ante un pool de candidatos inmejorable.
Es una circunstancia que define muy bien lo que significa esta experiencia formativa. Aúna de manera inmejorable la capacitación profesional y las relaciones humanas, las dos vertientes que hacen que este programa sea único.
Te sorprendería la tranquilidad y el nivel de discusión que alcanzas cuando estás interactuando con personas que han hecho el EMBA. Compartes un método, hablas el mismo idioma, estás en el mismo nivel…
¿Qué le diría al Aitor Arzuaga de 35 años?
Quizás sea la primera vez que hable de mí mismo en tercera persona, pero creo que no hay consejo más sincero que el que te darías a ti mismo.
Obviamente, no le garantizaría que fuese a dar el salto a la dirección de una unidad de negocio tan relevante de la noche a la mañana. Ahora bien, ¿qué ocurriría si hubiese una jubilación, una salida o una operación corporativa?
Seguramente, la persona que esté dentro de la empresa y tenga las aptitudes para dar respuesta a nuevos retos, acabará relevando a esa persona.
Por ello, “Aitor, ¡ve preparándote!”:
1. Invierte en ti mismo
Las empresas no van a pensar en desarrollar al ultracandidato. Tú tienes que ser tu mejor trainer, tu mejor coach.
2. Cultiva tu networking
Relaciónate y ayuda a otras personas. Facilítales una oferta de trabajo, una noticia que les pueda interesar, el teléfono de un proveedor…. el día que necesites ayuda, no te fallarán.
3. No tengas prisa
Esto es una carrera hasta el infinito y tienes que estar bien entrenado. ¡Vas a trabajar 50 años! Para mí, la carrera profesional es una sucesión de etapas de 3-5 años, donde aprendes y creces en cada una de ellas. Si van pasando los años y ves que te estás encasillando, probablemente el EMBA es una excelente herramienta para tratar de salir de esa situación.
4. El salario no es lo más importante
Es mucho más importante estar en el sector correcto, en el proyecto correcto, tener a los compañeros correctos, al jefe/a correcto. Todo ello conducirá a que tu nivel salarial acabe siendo correcto y adecuado a tu desempeño y responsabilidad.
5. No temas al cambio
Estar mucho tiempo en la misma empresa empobrece, no solo a ti, sino también a la organización. Los cambios te permiten adquirir perspectiva, serenidad y saber estar. Aportarás mucho más en cualquier puesto futuro si has tenido la oportunidad de experimentar varias culturas empresariales previamente.
6. Haz un hueco a las mujeres
En el ámbito profesional me encuentro con mujeres que tienen mucho más potencial que el que ellas mismas persiguen o creen. Es imprescindible hacerles un hueco en el management, ofrecerán perspectivas diferentes que enriquecerán nuestra empresa, y animarlas a que den el salto.
7. Evitar la mediocridad y la incompetencia
Los profesionales que nos preocupamos por mejorar, por hacer que la sociedad mejore, que sea más próspera y más justa, a los que nos gusta pringarnos y meternos en proyectos o startups, etc. tenemos la obligación de ser exigentes, porque la exigencia nos hace mejorar.
La pregunta se responde por sí sola, y me sobran los motivos.
Volviendo a la pregunta inicial. Rotundamente sí, merece la pena meterse en este jardín. Ahora bien, en mi humilde opinión, lo más importante es encontrar el momento.
Y en este sentido, desde la perspectiva que me da el hecho de haber realizado el programa y como directivo que soy ahora, lo situaría entre los 30 y los 40 años.
Se trata de un momento de la carrera profesional en la que, probablemente, ya hayas pasado al menos un par de etapas de 3-5 años y tengas un bagaje y unos conocimientos que te permitan exprimir el programa al máximo.
Te darás cuenta enseguida que el EMBA:
- Es mucho más que un check en tu currículum, porque te convertirá en mejor gestor.
- Serás un candidato más promocionable, porque estarás más preparado.
- Afrontarás cualquier tipo de reto con mejor perspectiva y mayor serenidad.
- Disminuirás el margen de error a la hora de tomar decisiones, porque serás más cauto y certero. Al final, serás más consciente de que hay cosas que “no sabes que no sabes”.
- Tu valoración de los pros y las contras será más completa, porque tu visión será más amplia.
Y la verdad es que me podría pasar horas completando una lista interminable. Pero creo que será mejor que encuentres el momento para sumergirte de lleno en esta experiencia formativa y lo descubras por ti mismo.
Te transformará como persona y darás el salto como profesional.
Aitor Arzuaga, managing director at Alba Emission Free Energy S.A. y alumni EMBA de Deusto Business School