Ignacio Iglesias se acerca a la vida y pensamiento de Arrupe en el Forum Deusto

Arrupe Etxea acogió el pasado 30 de octubre la segunda conferencia sobre la figura del Padre Arrupe, enmarcada dentro de los actos programados para la celebración del centenario de su nacimiento. La conferencia titulada 'Pedro Arrupe, un místico para el siglo XXI' corrió a cargo de Ignacio Iglesias, escritor y amigo cercano del Padre Arrupe.

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30 octubre 2007

Campus Bilbao

El jesuita Ignacio Iglesias nació en 1925 en Morelas (Salamanca), ingresó el la Compañía de Jesús en el año 1941 y se ordenó en 1956, convivió con el Padre Arrupe y fue su compañero de trabajo en importantes etapas de su vida. Ha ocupado numerosos cargos de responsabilidad y gobierno en la Compañía de Jesús: superior provincial, asistente general del Padre Arrupe, presidente de la Conferencia Española de Religiosos, director del secretariado de Ejercicios Espirituales, de la revista Manresa y de la colección de libros del mismo nombre. Experto en espiritualidad ignaciana y escritor de libros como: La alegría de la conversación, Preguntas a la Vida Consagrada y de muchos artículos.

En total se han programado cinco conferencias entre las que cabe destacar la presencia el día 13 de noviembre de Peter-Hans Kolvenbach, en su última conferencia como P. General de la Compañía de Jesús. Su ponencia, titulada 'Pedro Arrupe: profeta de la renovación conciliar', versará sobre la influencia del Padre Arrupe en la renovación de la Iglesia Católica al dictado del Concilio Vaticano II y tendrá lugar en el Paraninfo de la Universidad de Deusto.

La Compañía de Jesús conmemora, este año 2007, el Centenario del nacimiento del carismático Padre Arrupe, considerado como uno de los grandes protagonistas de la vida social y religiosa del Siglo XX, y sin duda, un hombre adelantado a su tiempo. El Padre Arrupe supo describir el mundo -o el 'caserío planetario', como él lo denominaba-, de un modo que aún hoy en día tendría plena vigencia. Llegó a ser el segundo vasco en ostentar la máxima representatividad de la comunidad jesuita mundial ?después de S. Ignacio de Loyola?, como Padre General de los jesuitas entre 1965 y 1983. Como uno de los bilbaínos de mayor relevancia de la historia, fue nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad en 1965.

Por este motivo y por todo lo que significó su figura en el plano religioso y social, la Compañía de Jesús ha decidido celebrar el Centenario de su nacimiento, para acercar su pensamiento y su vida a través de distintas iniciativas. El lema del centenario es 'Nos enseñó a mirar el lado bueno del mundo' en referencia a la confianza con que el Padre Arrupe miraba al mundo y a su aspiración por lograr la justicia.

El programa de actividades incluye además del ciclo de conferencias, dos exposiciones retrospectivas y como colofón final, un gran espectáculo musical, con Gontzal Mendibil como maestro de ceremonias, titulado: 'Arrupe. Mi Silencio', en el que participará una destacada representación de la música y la danza vascas.

La recaudación que se obtenga en los diferentes actos se destinará al Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, según las siglas en inglés), fundado en 1980 por el propio Pedro Arrupe como respuesta espiritual y práctica a la situación de los refugiados en el mundo en aquel momento.

En el estado español, la representante del JRS es la ONG Alboan que colabora con las regiones de Grandes Lagos, África del Oeste y Colombia. A nivel internacional, el Servicio Jesuita a Refugiados trabaja actualmente en más de 40 países, con la misión de acompañar, servir y defender los derechos de los refugiados y desplazados forzosos. JRS desempeña su labor a nivel regional y nacional con el apoyo de la oficina internacional situada en Roma.

Sus actividades incluyen programas de educación de niños y adultos, cuidados médicos, atención pastoral, servicios sociales y asesoría, con proyectos diseñados para hacer frente a las necesidades locales.

Padre Arrupe: Un bilbaíno General Superior de la Compañía de Jesús

El 14 de noviembre del año 1907 nace en la bilbaína Calle de la Pelota Pedro Arrupe, jesuita que llegó a ser Superior General de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983. Hijo de uno de los fundadores de la Gaceta del Norte y ejemplar estudiante de medicina, fue condiscípulo del Premio Nobel Severo Ochoa.

Pedro Arrupe dejó sus estudios de medicina, muy a pesar de las insistencias de su profesor y del que fuera presidente del gobierno de la república, Juan Negrín, que hizo todo lo posible para no perder a un alumno tan brillante. Impactado por las experiencias vividas durante sus años de estudiante con los pobres en Vallecas y tras un viaje a Lourdes, el Padre Arrupe dejó la facultad de Medicina e ingresó en la Compañía de Jesús para ser médico de almas más que de cuerpos.

Una década después fue destinado a EEUU, donde se solidarizó con los presos de las cárceles norteamericanas a los que visitaba con frecuencia. Ya en Japón, su segundo destino trabajó en la parroquia japonesa de Yamaguchi, y más adelante estuvo al frente del noviciado de Hiroshima, lugar donde fue testigo de la explosión de la bomba atómica en 1945, lo que le llevó inmediatamente a convertir el noviciado en un hospital de emergencia. Años más tarde, el Padre Arrupe escribió un libro sobre esta experiencia titulado: 'Yo viví la bomba atómica', un auténtico best-seller de la época.

Elegido General de la Compañía de Jesús en el año 1965, ejerció durante 18 años como sucesor de Ignacio de Loyola,siendo el segundo vasco general de los jesuitas en toda la historia. Durante sus años de superior general, participó activamente en la Renovación de la Iglesia Católica al dictado del gran Concilio Vaticano II. Renovación que sigue teniendo en el pensamiento y en los escritos de Arrupe, un referente imprescindible.

El Padre Arrupe ejerció una actividad incansable: viajó por los cinco continentes, promovió la fe y la justicia, impulsó el diálogo con los no creyentes, creó el Servicio Jesuita a los Refugiados y trabajó activamente por cambiar las estructuras sociales en busca de una sociedad más justa y solidaria.

En agosto de 1981, tras regresar de un viaje por distintos países de Asia, adonde había ido para visitar a los refugiados camboyanos, sufre una hemiplejía que le incapacita para su labor. Después de casi diez años de dolorosa inactividad muere el 5 de febrero de 1991, en la casa generalicia de los jesuitas en Roma.