Charla de Josetxu Villacorta sobre los místicos y su camino hacia Dios

Josetxu Villacorta, acompañado de Marisa Amigo

09 enero 2024

Campus Bilbao

En el marco del ciclo de conferencias sobre Transcendencia, espiritualidad y búsqueda de Dios, la Asociación de personas jubiladas de la Universidad de Deusto desarrolló, el 9 de enero, la charla titulada “Los místicos y su camino hacia Dios” que ofreció el profesor Josetxu Villacorta.

La pregunta que se hace el ponente es si el místico está loco o cuerdo recordando a San Ignacio de Loyola y Teresa de Ávila. Según él, la experiencia mística es compleja y variada. De hecho, existen centros para su estudio, como son la Universidad Mística en Ávila de los Carmelitas Descalzos y el Centro Internacional de Estudios Místicos también en Ávila. Asimismo, se estudia desde el psicoanálisis freudiano.

Considera que para la Teología Católica la mística es necesaria y ayuda a resolver la duda si es una experiencia real o no y si es científica. Pablo Mella, comentando a Wittgenstein, dice que “toda experiencia mística es impura por la gracia de Dios”. No hay perspectiva solidaria, experiencia del amor con el ser divino sin experiencias místicas, que también se da no solo en la religión sino en el ateísmo: encuentro con el cosmos con la naturaleza, como dice el jesuita Carlos Domínguez, lo cual denomina como místicas profanas.

El profesor Villacorta define la mística religiosa como una experiencia mística en la que hay una vivencia amorosa con aquel que se considera el origen de la existencia. Más allá de las practicas morales, tiene una experiencia amorosa, un objeto mentado. Es una representación interna, afectiva, en la cual uno se siente atraído. Es una realidad en que la persona cree fuera y dentro de sí mismo. Sin embargo, no puede ser mística por haber tenido una experiencia, sino que es un camino, un camino en el que nunca se llegará al final, porque en el camino está Dios.

Aunque el místico se considera medieval, en el siglo XXI el planteamiento místico se ha recuperado, especialmente por el pensamiento oriental. De todos modos, la psicología tiene sus dudas sobre la mística y algunos psicólogos, como Pierre Janet, la han asociado con un trastorno bipolar. Jean Lhermitte ha escrito también sobre los místicos y los falsos místicos. El fenómeno místico se relaciona con la histeria y con necesidades afectivas insatisfechas, vida depresiva y euforia. Francisco Alonso-Fernández dice que Teresa de Ávila era una persona que sufría una gran depresión y sus conexiones con Dios pueden ser explicadas como alucinaciones, fantasías derivadas de su aislamiento espiritual y su tendencia a ser un volcán emocional. Jesús Sánchez Adalid en su novela “Y de repente, Teresa”, acerca a Teresa de Ávila a su contexto histórico con una personalidad insondable.

Los derviches giradores en Turquía son un ejemplo de danza-meditación como la de cualquier místico, aunque estos últimos no utilicen bailes, ni drogas. La fe se expresa con ideas, pero el comienzo de la fe es medular. Sin embargo, no todo es felicidad en la mística: hay amor, odio y reparación, miedo y ansiedades; hay tanto sensaciones amorosas como sentimientos de temor.

Los místicos van a utilizar la figura de Dios-esposo. Teresa de Ávila pone sus experiencias por escrito puesto que su confesor se lo manda. No le gusta, porque tiene que crear lenguaje. Utiliza caracteres femeninos, rasgos maternos para hacerlo. Dios abraza y protege como un útero o un pecho materno. Es la nostalgia de un mundo materno perdido y que va más allá de las palabras. También Ignacio de Loyola perdió a su madre joven. Parece que el fenómeno religioso y mística tiene que ver con la figura de María, con lo femenino. Para Teresa de Ávila la sensibilidad es superior en la mujer que en el hombre en la mística. También hay un símbolo paterno, que es la primera fase del ámbito afectivo. El místico no es más que niño que ha evolucionado, según los psicólogos. Sin embargo, Villacorta sostiene que la mística tiene que ver con la madurez humana. Está conectada con la comunidad, comprometido con su entorno. Hay, como en Teresa de Ávila, una combinación de espiritualidad y acción. Sentía cerca a Dios con mucha quietud, pero así podía tratar negocios y atender obras de caridad, ya que decía que obras quiere Dios. Villacorta indica que en la mística no hay histerismo ni narcicismo ni insatisfacción. Hay una fusión de Dios con el ser humano, pero esa fusión no puede ser entera. La fe es un acontecimiento y no entenderlo es no entender la diferencia entre gozo y placer. En el gozo me siento satisfecho ante Dios, pero el placer es sólo momentáneo. No hay fantasía sexual en la mística, sino gozo, tranquilidad y calma.

Finalmente, Josetxu Villacorta recordó la famosa frase de Rahner, “el siglo XXI será místico o no será nada”.