La aceleración del tiempo y la globalización del espacio han constreñido la distancia entre conceptos como mundo, sociedad y ciudad, a la vez que han ampliado el significado de términos como territorio, medio ambiente, socio-demografía, educación, política, economía, salud, ocio o identidades.
Observamos las ciudades glocales, con presencia activa en un mundo global y acelerado, en el que han sabido crear las condiciones para preservar y poner en valor lo más interesante y atractivo de su propia identidad, de su particular manera de relacionarse con el entorno en el que viven. Pero, al mismo tiempo, han sido capaces de ofrecérselo al mundo como digna contribución a la construcción de la universalidad. Y lo han hecho con un óptimo resultado: garantizar la pervivencia de su propia expresión en un mundo global.
Un planeta en el que pertenecemos a un único espacio continuo y tiempo acelerado, pero en el que estas ciudades han abierto hueco para los espacios discontinuos y los tiempos desacelerados.